Hace 29 años cuando nadie apostaba a un medio de comunicación independiente, Cesar Cabrera tuvo el impulso para hacerlo. Detrás de ello, estaba "Doña Blanca", una madre que sabía de luchas y de emprender, que aunque no conocía el desafío al que se enfrentaba, apoyó la idea y así nació F.M Latina. Y fué oyente fiel, atenta a cada paso que daban operadores y locutores mientras estaban al aire, participó de la producción de programas, de los bailables de la radio; se llenaba los ojos de emoción al contarlo. 
  Prestó su casa para los encuentros de "el club de amigos", recordó a esos integrantes con sus historias de vida y con las obras solidarias que realizaron, siempre. En tiempos difíciles donde el ingreso de dinero para el pago escaseaba ó no ingresaba, invitó al personal de la radio a compartir la comida que había en su mesa como una forma de pago.
  Respaldó negocios siempre con la palabra, no había contratos, sólo la palabra que valía más y se cumplía.Trabajó toda su vida, codo a codo con su esposo primero, y con sus hijos después. Compañera y madre de hijos y nietos y sobrinos y hermanos y amigos de sus hijos y nietos, les enseñó valores con ejemplos. Despidió a sus seres amados con mucha fortaleza y se la transmitió a los suyos.
  La radio le daba orgullo, porque con el tiempo se dió cuenta que era ella, la base de tantos años en el aire. Tuvo las puertas abiertas de su hogar para quien deseara entrar, y pasaron incontables personas, que al entrar a su casa no tenían títulos ni jerarquías, sólo nombres y ganas de compartir y de regresar.
  Siempre solidaria, dando las dos manos a cada necesidad de los oyentes que se presentara, pensando en los más vulnerables. Desde comprarles una torta asada a conseguir un remedio, un lugar donde pasar la noche ó un plato de comida, ir a visitar a algún abuelo ó enfermo, y hasta de cumplir sueños, "Doña Blanca" estaba detrás. 
  Radio Latina despide a su mentora, a la mujer que siguió de cerca todos los pasos que dimos, a las decisiones que tomamos estando de acuerdo ó no, pero sabiendo que eran las mejores. La que nos hizo orgullosos de pertenecer a la primera Radio del pueblo, que nos impulsó a crear momentos inolvidables en la vida de muchos, y por la que cientos de veces nos levantamos para seguir. Que nos mostró el camino para darles valor a los buenos gestos.
 Infinitas Gracias! a todos los que acompañan esta despedida, a los que supieron contener antes, durante y después de este que Dios decidió, era el final.
 El alma de la radio se queda acá...
 Hasta siempre "Doña Blanca", descanse en paz...