Sorprende el silencio de las calles, el aire sin luces en movimiento. Casi asusta la falta de bullicio. Ahí afuera está el bicho. Sale de noche. Está comprobado.

Es irritable ver una ciudad, una provincia, un país tan ruidoso, con un estado de quietud apabullante. Quién pensaría que un virus generaría tan demencial cambio de costumbres! 

Tanto tiempo pasó, que las plazas extrañan a los niños, los restaurantes extrañan escuchar charlas, chismes, los mozos extrañan ver mesas románticas y hasta pagarían una propina para que vuelvan a ocuparse. Los bares extrañan al borracho pidiendo su última cerveza. La parada del colectivo espera eternamente que el reloj marque las 4, las 12...los zapatos extrañan las ñatas contra las vidrieras. 

Hace 6 meses el maquillaje nuevo sigue intacto, el perfume no se huele, hay ropa sin estrenar y hay noches que solo amanecen porque sí!